(inspirado por el rico y complejo escrito de «Síncronía y Diacronía – Una primera aproximación» del compañero Gocho Versolari en el blog «Relatos, Poesías, Poemas y Literatura»)
La experiencia del estado sincrónico es cuando literalmente “perdemos la noción del tiempo”. Es estar imbuido en el momento presente, dejando a un lado la anticipación y la retrospección propias de la percepción diacrónica del tiempo lineal. Es un estado de flujo, o como vinimos a denominarlo con unos amigos “El arte de vivir bailando”.
Para ello es necesario conectar con la propia esencia (INTERIORIDAD, DHARMA), dejar a un lado el juicio y las expectativas sobre el mundo – como debieron, deberían, o deberán ser las cosas – (ESTADO DE VACÍO) y fluir en cada momento, en cada lugar (EXPRESIÓN ESPONTÁNEA).
Nota: el Dharma (al menos la concepción que yo tengo de él en base a lo que he leído) es el próposito en la vida. Según mi creencia, en líneas generales todos venimos a esta vida para realizar ciertos aprendizajes y ayudar a otras personas a realizar los suyos. Antes de nacer firmamos una especie de contrato y decidimos nacer en el seno de una determinada familia para compartir experiencias con esas almas, y pactamos ciertos acontecimientos (incluidos pérdidas, enfermedades graves, etc.) como parte de nuestro recorrido vital.
Estar en conexión con el propio Dharma es ser consciente de los propios talentos y debilidades, de los propios intereses, de nuestros aprendizajes pendientes, de lo que podemos aportar el mundo, etc. Estar en conexión con nuestra propia esencia nos permite literalmente ser la mejor versión de nosotros mismos, brillar con luz propia y vivir con la mayor naturalidad y espontaneidad posibles.
Al ser flexibles y dejar a un lado las concepciones preestablecidas podremos adaptarnos a las diferentes situaciones, sin aferrarnos. Aunque cambie la música y de vez en cuando haya tropezones, podremos seguir disfrutando si conocemos «El arte de vivir bailando».
Imagen extraída de: http://esba-tallerpedagogico1.blogspot.com.es/2010/09/patricia-stokoe-y-la-expresion-corporal.html