Anoche callé como nunca antes. En el silencio escuché una voz inaudita, tímida. La mía. No la que oyen mis oídos, ni la que pronuncian mis labios. Escuché la voz de mis latidos, de mis anhelos, ensordecedores y mudos al mismo tiempo.

Y al sentirse escuchada, esa voz, la mía, fluyó como torrente en calma, como estampida serena, arrastrando los sueños naufragados hacia el mar de los perdones.

¡Pobres desdichados, insensatos, necios, sandios, aquellos que la oprimen, envenenados de palabras vacuas e inertes, que la entierran bajo importantes asuntos, que la engañan con esperanzas vanas!

Muerte en vida, justa condenación es para quién la maltrata, para quién desoye y mata la voz… de su alma.

 

Imagen extraída de: http://www.rinconpsicologia.com/2016/04/7-formas-en-las-que-el-silencio-puede.html

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